Contenido Extra: La compañera del comandante

Erica, nave Karter, nivel tres, corredor siete, tres semanas después de la derrota de la Colmena…
—¡Estás loca! Karter nos matará por esto.
La infame comandante de la CI Chloe Phan pasaba a mi lado con su súper especial, única, y generada con S-Gen, patineta de la Flota de la Coalición, con su cabello volando detrás de ella como un látigo a pesar de que no había viento.
—No se supone que vayas a ochenta kilómetros por hora, Chloe —le grité mientras me impulsaba con el pie, tratando de mantener el ritmo de mi propia pseudopatineta. Imposible, ya que era al menos medio metro mayor, y mucho más pesada, pero reí e intenté como desgraciada tomar la parte de atrás de su camisa.
Haz trampa para ganar era mi nuevo lema.
¡Conseguido! Tomar la parte de atrás de su uniforme mientras ella pasaba, la moví para atrás, a mi lado, y luego detrás de mí mientras atravesábamos rápidamente una puerta abierta y dentro de un enorme almacén que habíamos vaciado para nuestra versión privada de X-Games.
—Eso es trampa, compañera.
La voz de Ronan me sorprendió, dejando ir a Chloe y que me ganara la vuelta alrededor de una gran mesa que usábamos para marcar el fin de una vuelta.
—¡Maldita sea, Chloe! —grité.
—No puedes atraparme, soy una perra ruda.
El dialecto terrícola me hizo reír mientras intentaba, sin éxito, aferrarme a ella otra vez antes de que pudiera dispararse nuevamente hacia el pasillo.
En su lugar, Ronan me agarró por la cintura, arrancándome de mi propio monopatín y metiéndome en sus brazos.
—Bájame. Todavía puedo atraparla. —Me reía ante la mentira. Ella era pequeña, endemoniadamente rápida y lista. No tenía oportunidad, pero seguía siendo divertido.
—¿Y qué crees que dirá Kaed sobre esta nueva adición a las apuestas de su nave, mujer? Te habrás dado cuenta de que la estación médica ha tratado dos tobillos torcidos y un brazo roto.
—¿Qué?
Miré hacia el dorado rostro y ojos del hombre que adoraba con locura. Él no respondió. Me besó. No solo eso. Me devoró. Mi coño estaba mojado al instante, todo mi cuerpo en sintonía con el suyo, con la ansiedad creciendo dentro de él, con el placer que sentía al verme jugar. Feliz.
Dios, amaba a mis compañeros.
Todavía estaba aturdida, por lo menos dos minutos después cuando levantó la cabeza y me miró a los ojos. Cuando Chloe volvió a nuestro lado, tomando la curva para la segunda vuelta, ella nos silbó y luego se disparó como un cohete. Su grito de alegría hacía eco por los corredores, al igual que el sonido de las ruedas de su monopatín girando en velocidades peligrosas por el pasillo más largo que pudimos encontrar en la nave. Envolviendo mis brazos alrededor de Ronan, pensaba que estábamos solos.
Excepto que no lo estábamos. Otra puerta se abrió y ahí estaba de pie el comandante Karter, mi compañero primario, con Seth, Dorian, Dara, el pequeño Christopher y lo que parecía ser la mitad de los oficiales que debían estar en la plataforma de mando.
Ronan levantó la cabeza del pliegue de mi cuello y se rio.
—¿Solo no podías resistirte?
Kaed reía.
—No me culpes por esto. —El comandante levantó un pulgar en dirección a alguien que estaba sorprendida de ver entrando a la sala, el comandante atlán y señor de la guerra Wulf.
—De ninguna manera. —Dorian estaba riendo, lo que hizo que su hijo, Christopher, chillase de alegría—. Chloe te destruirá, atlán. Eres muy lento.
El caudillo Wulf sonrió, con su rostro volviéndose parcialmente bestia ante el desafío.
—Lo veremos, capitán. Lo veremos.
Wulf caminó hasta el monopatín abandonado y puso las ruedas frontales en la línea de salida, junto a la mesa, en la curva.
Kaed vino junto a mí, con su mano alrededor de mi cintura, y la de Ronan alrededor de mi cuello mientras el resto de la sección de animadores se llenaba. Cuando Chloe regresó, llegó hasta una parada abrupta a la primera vista de la nueva muchedumbre.
—¿Qué es todo esto? —preguntó.
Seth Mills, su compañero, cargó a la pequeña Dara hacia donde estaba ella y ambos se inclinaron para besarla, un par de labios en cada mejilla de Chloe.
Dara le informó a Chloe de los nuevos acontecimientos.
—Mamá, Wulf quiere competir contigo.
La sonrisa que se esparció por la cara de la pequeña mujer era pura alegría. Casi me sentí mal por el caudillo. No tenía idea de en qué se estaba metiendo.
—¿Ah, con que sí?
Sonriendo ampliamente, miraba cómo los ojos del caudillo Wulf se entrecerraban mientras la pequeña le fulminaba, completamente inmutada por su atención.
—Eres más rápida, mami. Vas a ganar.
Dorian estalló de risa ante la audacia de su hija al desafiar al atlán. En su defensa, Wulf era un completo caballero, la sonrisa que tenía para la niña no era ni un poco atemorizante.
—Soy muy rápido, pequeña. Más rápido que tu madre.
—No, no lo eres. Mi mami es la más rápida del universo. —Los ojos verdes de Dara se entrecerraron en su propio fulgor—. Es tan rápida que incluso la nave no puede atraparla. Ni las estrellas. —Apoyó la cabeza en el hombro de Seth en completa satisfacción—. ¿Cierto, papi?
—Cierto —Seth Mills, un humano que capitaneaba los grupos de reconocimiento, escoltó a Chloe hacia la línea de salida. Parecía una frágil muñeca china al lado del gran guerrero. Estaba preocupada, solo un poco, de que mis compañeros sintiesen mi preocupación a través de los collares de unión. Kaed se inclinó y respiró un beso en mi oído.
—No te preocupes, amor, él jamás lastimaría a una mujer. —Su mano me rozaba, bajando por mis caderas y apretando mi culo mientras la sed —y el amor— me inundaban—. Pero podría hacer daños yo mismo… cuando termine esta carrera.
Ronan se inclinó, susurrándome en la otra oreja.
—Tu compañero principal está haciendo un revuelo, Erica.
Se refería a la gran erección frente a los pantalones de Kaed, y ni siquiera traté de esconder la complacida sonrisa que cruzaba por mi rostro, haciendo que las carnes se estrecharan mucho, al punto de que me doliesen las nalgas. Dios, estos hombres eran insaciables. Y también yo.
—Apuraos vosotros dos. —Miré a Chloe, quien asintió, y a Wulf—. Tres vueltas. Sin tropezar.
Wulf cruzó los brazos, con desdén claramente escrito en su rostro.
—Yo nunca…
Chloe despegó como un cohete y ya estaba en la puerta antes de que Wulf se recuperase.
—¡Eso es trampa!
Su bramido desafiante hizo que me dolieran los oídos. Dara se cubría las orejas con las manos, y el bebé Christopher se veía asustado, pero cuando su padre comenzó a reír, él también lo hizo.
Lentamente, con exagerada precaución, Dara bajó sus manos. Su susurro era muy alto.
—Se lo dije, papi. Mami es muy rápida para él.
Todos nos reímos.
—Sí, amor, lo es —le aseguró Seth a su hija.
Después de esa carrera, había otra. Y otra. Las carreras duraron por horas. La varita ReGen trató dos brazos rotos más, una muñeca rota, tres rodillas torcidas y un labio cortado.
Los guerreros no jugaban tan suave cuando una mujer corredora no estaba en la pista. De hecho, hacer trampa era lo normal.
Cuando me reí hasta que me dolió el estómago, mis compañeros me sacaron a mis cuarteles e hicieron que mi cuerpo doliese en todos los lugares apropiados. Cuando me tomaron juntos, llenándome con su semilla y amor, lo tomé todo y me maravillé ante lo que se había convertido mi vida.
Por la nueva vida que ojalá creciera pronto en mi cuerpo.
Por mi familia.
Estaba en casa.